RECORRIENDO OTROS BLOGS

La novela por entregas "LA MANO DERECHA DEL DIABLO" publicada en: http://policialargentino.blogspot.com.ar/ ,   en el blog de la escritora Mónica Elizabeth Sacco es, como ella misma afirma, "ficción policial demasiado parecida a la realidad". 
"LA NOVELA POR ENTREGAS VOLVÍÓ AL ALTILLO.
Como no puedo con mi genio, volví al vicio. Ahora, mes a mes, se desgrana la desdichada vida de un policía gordo a manos de la más cruel e indiferente de las jefas. ¿Llegará al asesinato, tal como lo planea cada mañana al llegar al trabajo?
A leer se ha dicho: Policial Argentino: El altillo del cuento y la novela." Mónica Sacco.

genealogie.planete.qc.ca

Cap 43: EL DIABLO ESTÁ BUSCANDO A SU MANO DERECHA...

En el número 36 del Quai des Orfèvres hay de todo menos rutina. Los oficiales de la Policía Judicial no tienen tiempo de aburrirse en un año de campaña presidencial, sobre todo cuando el candidato más firme es un ex-comisario con un pasado oscuro que alguien se ocupó de limpiar a conciencia.

El mismo pasado en el que está implicada la comisario Marceau y por el que pagó un precio muy alto. Ella no lo sabe pero todavía sigue pagándolo.
Mientras tanto, en Buenos Aires un anciano inicia una búsqueda sin demasiadas esperanzas. Cuando encuentre lo que busca, deberá decidir entre concederle la vida o la muerte.

El comienzo del último capítulo:
viernes, 3 de agosto de 2012
La mano derecha del diablo - CAPÍTULO 43

QUAI DES ORFÈVRES, ONCE Y MEDIA DE LA NOCHE


“Si nos pescan nos cortan las piernas”, le había asegurado Meyer. No tengo la menor duda que será algo más sensible que las piernas, pensó Auguste mientras subía desde la playa de estacionamiento. Un suboficial con demasiados humos le había exigido la identificación pero la credencial del SSMI abría más puertas de las que uno podría creer. El cónclave secreto era en el laboratorio de Paworski. Cuando llegó, Meyer y el ingeniero estaban instalados delante del monitor más grande, con el resto del lugar a oscuras y la puerta cerrada con llave.

— Parecemos conspiradores— se burló Paworski.

— ¿Y qué cree que estamos haciendo?— Auguste le devolvió la burla. Paworski sonrió pero no replicó mientras se ocupaba de los controles. — Carajo— masculló el ingeniero—, hace mucho que no hago esto.

— Debería practicar más a menudo— comentó Auguste, mirando la pantalla con preocupación. Ni una puta señal cruzaba el mapa— ¿Qué podría pasar que anulara la señal? — Que hayan destruido o roto el radiofaro.

— ¿Dubois podía activarlo a voluntad?

— Sí. De hecho, la única otra forma de activación es si el detector de temperatura del radiofaro recibe una señal continua inferior a los 32 grados Celsius.

Es decir, si está muerto, cosa que aparentemente no es así. Todavía, Auguste pensó con un estremecimiento.

— Paworski, ¿ la señal podría ser tan débil que hicieran falta equipos más sensibles?— aventuró.

— Lo diseñé con un isótopo de larga vida y emisión constante. No debería haber problemas— murmuró Paworski mientras ajustaba controles y selectores.

Hubo una pausa más larga de lo deseado y las respiraciones de todos se volvieron pesadas.

— Massarino, perdone que insista pero... ¿Está seguro de buscarlo en París intramuros? Quiero decir...


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