SALA DE ESCRITURA
Para que los escritores de la zona la empapelen con sus producciones
Poema de Nora Avalle; vive en La Falda. Publicación en Antología Los Sueños y Los Ecos. Editorial Dunken 2008 y en la Antología 2007, Taller Literario Victoria Ocampo de Valle Hermoso 2007-2008.
Participante de la mesa de poesía y narrativa en el Valle de Punilla, en el contexto de la Feria del Libro-Edición 2007.
Preseleccionada en rubro cuento corto por Editorial Dunken en la Antología Sin Equipaje, edición 2006.
Seleccionada en rubro Cuento Corto en el Concurso Municipal de la Ciudad de Córdoba para autores inéditos, edición 2006.
Integrante del Taller Literario de la escritora Elvira Uva, años 2004 y 2005.
Intimidad
El domingo no es un día más,
tiene nombre de viejo
y horas eternas.
Arranco el sol de la mañana, lo hago yerba
y me lo bebo amargo.
Froto mis ojos despiertos
con la luz de algún poema
hasta que siento tu voz
y las otras
como vientos.
Entran y salen
desafiando el tedio.
En algún lugar
está apabullado el silencio.
Empapada de verano hasta los dedos, dejo vagar la escoba
por los charcos de la memoria.
Luego,
cuando le dé la espalda a la tarde
volveré a estar sobre el costado
singular de las horas.
Poema de Nora Avalle; vive en La Falda. Publicación en Antología Los Sueños y Los Ecos. Editorial Dunken 2008 y en la Antología 2007, Taller Literario Victoria Ocampo de Valle Hermoso 2007-2008.
Participante de la mesa de poesía y narrativa en el Valle de Punilla, en el contexto de la Feria del Libro-Edición 2007.
Preseleccionada en rubro cuento corto por Editorial Dunken en la Antología Sin Equipaje, edición 2006.
Seleccionada en rubro Cuento Corto en el Concurso Municipal de la Ciudad de Córdoba para autores inéditos, edición 2006.
Integrante del Taller Literario de la escritora Elvira Uva, años 2004 y 2005.
Intimidad
El domingo no es un día más,
tiene nombre de viejo
y horas eternas.
Arranco el sol de la mañana, lo hago yerba
y me lo bebo amargo.
Froto mis ojos despiertos
con la luz de algún poema
hasta que siento tu voz
y las otras
como vientos.
Entran y salen
desafiando el tedio.
En algún lugar
está apabullado el silencio.
Empapada de verano hasta los dedos, dejo vagar la escoba
por los charcos de la memoria.
Luego,
cuando le dé la espalda a la tarde
volveré a estar sobre el costado
singular de las horas.
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