CINE CLUB

EL CINE CLUB "LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE DE LA 
BIBLIOTECA POPULAR BABEL
INVITA A LA PROYECCIÓN DE "ZAMA" DE LA LUCRECIA MARTEL.
EL VIERNES 20/9 A LAS 21 HS.


"Zama describe un estado de espera eterna, el de un funcionario de la corona española, atrapado en un umbral invisible que lo retiene lejos de su mujer y sus hijos (una nunca mencionada Asunción del Paraguay, en un nunca mencionado 1790). El desinterés de Lucrecia Martel por contextualizar adecuadamente el relato y su falta de apego al rigor histórico deben ser una de sus pocas muestras de fidelidad hacia el texto original. Don Diego de Zama (impresionante actuación contenida de Daniel Giménez Cacho) es postergado continuamente en sus deseos de volver con su familia por imposiciones burocráticas de las autoridades a su cargo. Esa mezcla de tedio y desesperación será el tono dominante en el relato, ocasionalmente atenuado por algunas incursiones nocturnas en burdeles o algunos vasos de brandy compartidos con una refinada dama de la alta sociedad española (Lola Dueñas). Martel, en lugar de elaborar un tratado formal sobre la espera, consigue orientar el relato hacia la configuración del deseo y la construcción de identidad de Don Diego como aspectos que contribuyen a cimentar una prisión invisible. En este procedimiento decantan varias de sus obsesiones habituales: la confrontación nunca subrayada entre civilización y barbarie, el registro del habla y la conversación como manifestaciones de orden estético, la pulsión sexual nunca consumada, el sonido como dimensión formal autónoma de la imagen, lo extraordinario en lo cotidiano sin rozar jamás el realismo mágico, el movimiento interno en el cuadro aportando dinámica a los planos fijos, la profundidad de campo cada vez más expansiva… Los niños siguen siendo portadores de extraños mensajes en el cine de Martel, como aquel que desciende de una embarcación montado en un palanquín y enuncia la reputación de Don Diego en una línea de diálogo que ya es representativa de la película. Los marcos de puertas y ventanas en segundo plano siguen marcando posibilidades de escapes que jamás se concretan. Algunos baúles que se mueven solos y cierto frenesí en escenas poderosas como la de la danza de los aborígenes mbayá acercan la película a una idea de exceso que Martel algún día podría llevar más a fondo. Ni siquiera la trama aventurera que asoma en la media hora final, la del intento de captura del bandido brasileño Vicuña Oporto (Matheus Nachtergaele) y hasta el momento lo más cerca que estuvo Lucrecia Martel de abordar un relato clásico, sacará a la película de esa atmósfera enrarecida en la que la cineasta prefiere quedarse junto a Don Diego."

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