Un retrato de Anne Carson entretejido entre sus respuestas al periodismo y cuatro poemas elegidos por Babel.




“¿Qué pasaría si fuera capaz de extraer la forma verdadera de un pensamiento mientras aún está húmedo? Eso es lo que entiendo por poesía”
 “La poesía es el espacio que hay entre dos realidades”

La poeta canadiense, Anne Carson, última Premio Princesa de Asturias de las Letras, se muestra confusa por recibir “una felicidad tan grande en estos tiempos de desconcierto” y responde con afilados y sutiles fogonazos a algunas preguntas sobre su obra.
“Puedo responder 3 de estas preguntas. Tú eliges”. La reticencia de la poeta y ensayista (Toronto, 1950) a las entrevistas es proverbial. Sirva de ejemplo esta frase: Nace en Canadá y se gana la vida enseñando griego antiguo”, que es la breve biografía que, por contrato, aparece en los libros de una escritora huidiza y desconfiada, celosísima de su vida privada, que lo máximo que concede es una charla por correo electrónico. En ella, sin embargo, se muestra paciente e inusual. Carson escribe siempre con minúsculas, frases escuetas, a veces cuatro palabras. A otras preguntas no responde, o advierte que el hilo de pensamiento sobre determinado asunto “ha terminado”. Entrevistar a la poeta canadiense es un desafío a la expectativa de que cualquier escritor debe y quiere explicarse más allá de sus libros.
Incluso, en un primer momento, llega a contestar a la entrevista simple y llanamente con un dibujo  acompañado de un conciso: “autorretrato en respuesta a tus preguntas”. Como ha contado alguna vez, ella nunca quiso ser poeta, sino que “prefería dibujar, pero no era muy buena. Empecé a escribir poniendo títulos a los dibujos. Me gusta practicar ambas disciplinas, creo que se refrescan entre sí, son formas alternativas de usar la mente”. 
Yo
Oigo pequeños chasquidos dentro de mi sueño.
La noche gotea su taconeo de plata
espalda abajo.
A las cuatro. Me despierto. Pensando
en el hombre que
se marchó en septiembre.
Se llamaba Law.
Mi rostro en el espejo del baño
tiene manchas blancas en la parte baja.
Me enjuago la cara y vuelvo a la cama.
Mañana voy a ver a mi madre.

Se expresa con poemas breves que siempre encuentran la palabra más precisa. Aunque siempre ha sido reacia a llamarse poeta, Carson ha estado escribiendo alguna forma de poesía herética casi toda su vida. Una especie de prosa que parece poesía y que explora lo inexplicado, lo que queda en los márgenes. Su trabajo innovador y renovador es una mezcla de géneros, temas y estilos que poco a poco fue abriéndose camino en el mundo anglosajón hasta que llegaron los reconocimientos: el Premio Lannan, una beca MacArthur, el Premio Griffin o el Premio T. S. Eliot, que cuenta en su palmarés con Ted HughesSeamus Heaney y Derek Walcott y del que Carson fue la primera mujer galardonada.
Y arrodillada en la orilla de un mar transparente me haré un corazón nuevo con sal y barro (de La belleza del marido). 
Una esposa está bajo las garras del ser.
Fácil es decir ¿Por qué no terminar con esto?
Pero supongamos que tu marido y cierta mujer oscura
suelen quedar en un bar por la tarde.
El amor no es condicional.
Vivir es muy condicional.
La mujer se instala en una terraza cerrada al otro lado de la calle.
Observa a la mujer oscura
que con la mano le toca la sien como si le estuviera metiendo algo.
Observa cómo
él se inclina un poco hacia la mujer y luego se vuelven atrás. Están serios.
Su seriedad la atormenta.
Las personas que pueden estar serias cuando están juntas es
[porque tienen algo profundo.
Hay una botella de agua mineral sobre la mesa
y dos vasos.
¡No necesitan bebidas alcohólicas!
¿Desde cuando tiene él
estos gustos puritanos?
Un barco frío
zarpa de algún lugar dentro de la esposa
y pone rumbo al horizonte plano y gris,
ni pájaro ni soplo a la vista.

Sin embargo, cuando los críticos la citan como una de las escritoras que más ha contribuido a la renovación del lenguaje poético en el mundo anglosajón ella juega al despiste. “Mi poesía personal es un fracaso”, ha afirmado en alguna ocasión. También tiene varias definiciones sobre ella, desde el “aún estoy pensando qué es” hasta otras más acordes con sus versos como “Si la prosa es una casa, la poesía es un hombre en llamas que la atraviesa rápidamente”.
No obstante, una de las claves de cómo construye sus versos, eso que su traductor Jordi Doce llama “poesía desde afuera” está en su absoluta falta de respeto por eso que el común del mundo literario conoce como géneros, con cuyas fronteras juega sin recato. “No sé mucho sobre géneros. Esta es mi forma de pensar sobre este asunto: ¿qué pasaría si pudiera encontrar una manera de borrar la preparación, es decir, si fuera capaz de volver a la idea de antes de la idea, de extraer la forma verdadera de un pensamiento mientras aún está húmedo?”, se pregunta Carson. Eso es lo más cercano que entiendo a la poesía. Para mí es un espacio, una pausa entre género y género, entre palabra e imagen, entre pensamiento y movimiento… Es como ese ciervo que no estás segura de haber visto al atardecer. Solo ha estado ahí un segundo y simplemente se fue”.
Podrías 1
Si no eres la persona libre que quieres ser, busca un lugar donde puedas contar la verdad sobre ello. Contar cómo te va con todo. La franqueza es como una madeja que se produce a diario en el vientre, tiene que desenrollarse en algún lado. Podrías susurrar de cara a un pozo. Podrías escribir una carta y mantenerla guardada en la gaveta. Podrías escribir una maldición en una cinta de plomo y enterrarla para que nadie la lea por mil años. No se trata de encontrar un lector, se trata de contar. Piensa en una persona de pie, sola en un cuarto. La casa está en silencio. La persona lee un pedazo de papel. No existe nada más. Todas sus venas se pasan al papel. Toma la pluma y escribe en él unos signos que nadie más va a ver, le confiere así como una plusvalía,y todo lo remata con un gesto
tan privado y preciso como su propio nombre.
Carson defiende, como los griegos, que la vida no es más que un intento por atrapar lo que se va, lo que fluye irremediablemente, como el tiempo o las ideas. Es ahí donde nace el arte y la palabra poética. Aún más, «cuando tu pensamiento está quieto, pensando lo mismo que siempre has pensado, bien podrías estar muerto… La vida sucede cuando tu pensamiento se mueve. 
Ella 
Vive sola en un brezal al norte.
La primavera se abre como una cuchilla allí.
Yo viajo en trenes todo el día y llevo muchos libros –
unos para mi madre, algunos para mí
que incluyen Las obras completas de Emily Brontë.
Es mi autora favorita.
También mi principal temor, al que trato de enfrentarme.
Cada vez que visito a mi madre
siento que me convierto en Emily Brontë,
mi vida solitaria a mi alrededor como un páramo,
mi torpe cuerpo recortándose sobre los barrizales con una apariencia de transformación
que muere cuando atravieso la puerta de la cocina.
¿Qué cuerpo es ese, Emily, que nosotras necesitamos?
Carson hace referencia a su retrato y al premio, que la ha dejado “anonadada y sin palabras” y que acudirá a recoger “si el virus lo permite”. Te envié un dibujo para capturar mi estado de ánimo, porque realmente es confuso que me den una razón para una felicidad tan grande en un momento en que el mundo se está acabando. O más bien, dado que el mundo no parece terminar, ahora que está entrando en un tiempo de desconcierto”, se justifica. Y ante la ausencia de palabras propias, recurre, claro, a los versos. “Hay un poema de Paul Valéry, que describe el momento en que Narciso mira hacia su reflejo en el agua y ve que está llorando. ‘¿Por qué estoy llorando?’, se pregunta. Así me siento yo”, concluye.



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