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Mostrando entradas de agosto, 2020

Parapentes / Guillermo Gribaudo

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Lorena me había dado a entender que necesitaba salir con las amigas, ya me hablaba como si yo fuera uno de sus pacientes. La verdad es que si no hubiera sido por Pía cortábamos mucho antes, pero como nos habíamos mudado a Lomas de Zamora para intentar en un lugar más tranquilo, no nos queríamos dejar así como así, por lo menos no sin intentarlo una vez más. Un sábado a la noche salió a cenar con las amigas y pensé en tomarme yo un tiempo, en hacer algo. El domingo desayuné solo, temprano, venía atrasado con un proyecto. Como no me podía concentrar hice una lista absurda, siempre me gustó hacer listas, de lo que no iba a aguantar más, entre las cotas de un boceto. Gente Que No Quiero Ver Más: este y este, esta otro tampoco, esta menos, casi todos los que me tenía que aguantar para no quedar como el ermitaño . Lorena se levantó a las once, desayunó unos mates y se puso a condimentar la carne y las verduras. Pía se vino conmigo al estudio, trajo sus juguetes y se instaló en el p...

Haikus

Matsuo Basho (1644-1694):  considerado el padre del género. Noche sin luna. La tempestad estruja los viejos cedros. Yosa Buson (1716-1784): discípulo de Basho. Pasó el ayer, pasó también el hoy; se va la primavera. Yosa Buson Kobayashi Issa (1763-1827): otro gran maestro : Al Fuji subes despacio —pero subes, caracolito. Kobayashi Issa Masaoka Shiki (1867-1902): otro autor clásico  Corté una rama y clareó mejor por la ventana. Masaoka Shiki Autores occidentales.  Jorge Luis Borges (1899-1986): ¿Es un imperio esa luz que se apaga o una luciérnaga? Jorge Luis Borges Octavio Paz (1914-1998): Hecho de aire entre pinos y rocas brota el poema. Octavio Paz Mario Benedetti (1920-2009): tiembla el rocío y las hojas moradas y un colibrí Mario Benedetti

UN DÍA PERFECTO PARA EL PEZ BANANA / J.D. Salinger

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E n el hotel había noventa y siete publicitarios neoyorquinos, y monopolizaban las líneas telefónicas de larga distancia de tal manera que la chica del 507 tuvo que esperar su llamada desde el mediodía hasta las dos y media de la tarde. Pero no perdió el tiempo. En una revista femenina de bolsillo leyó una nota titulada  El sexo es divertido... o infernal  . Lavó su peine y su cepillo. Quitó una mancha de la falda de su traje beige. Corrió un poco el botón de la blusa de Saks. Se arrancó los dos pelos que acababan de salirle en el lunar. Cuando, por fin, la operadora la llamó, estaba sentada al lado de la ventana y casi había terminado de pintarse las uñas de la mano izquierda. Era una chica a la que una llamada telefónica no le hacía gran efecto. Daba la impresión de que el teléfono hubiera estado sonando constantemente desde que ella alcanzó la pubertad. Mientras el teléfono llamaba, con el pincelito del esmalte se repasó la uña del dedo meñique, acentuando ...